... relatos pseudopoéticos escritos desde lo más profundo de mi ser

Rara Avis

-¡Toca jotas! -gritó asombrado mi padre rompiendo en enormes carcajadas.

-¡Has escuchado María: han descubierto en un pequeño pueblo perdido de la mano de Dios un gallo que al llegar el amanecer trata impetuosamente de despertar a los cinco vecinos que allí viven ni más ni menos que tocando jotas! ¡Dios mío! ¿Y qué será lo próximo, un gato bailando sardanas?


Yo apenas entendía lo que tanto les extrañaba pues al fin y al cabo fue una cigüeña la que trajo desde Paris a mi hermanito, pero no dije nada, supuse que aún eran demasiado mayores como para comprender hechos tan habituales.