... relatos pseudopoéticos escritos desde lo más profundo de mi ser

Liquidación post mortem

Por fin quietas las cuerdas dejaron de recitar acordes de memoria mientras el viento, que pasaba sin detenerse, tarareó con ternura los últimos versos de su voz rota.

Su alma, colmada de pesares, recogió del suelo las frías monedas con las que sobornar a Caronte y resbalando sobre el reflejo de las luces navideñas desapareció para siempre entre las aristas de los tejados.

A la mañana siguiente nadie extrañó su ausencia pues el hueco que antes ocupaban sus canciones fue invadido por seductores destellos de escaparates en ofertas y gente que cargada de innecesaridad pasaba corriendo de un lado a otro.

Manifiesto sobre la inexactitud de las matemáticas

Desconcertado por la continua avalancha de noticias sobre corrupción, malversación y desvío de fondos públicos, delitos fiscales o prevaricación, trato de rescatar del fondo de mi memoria las “ineficaces” lecciones del Grajo quien envuelto en una nube de humo y rodeado de colillas de Ducados nos ilustraba con trenes que, aún sin importar su destino, siempre llegaban a su hora y como la X, colmada de incógnitas y secretos, era cruelmente separada de los números mediante signos matemáticos sin escrúpulos.

Aquellas mañanas cubiertas de escarcha ahuyentábamos el frío corriendo detrás de un balón en un patio sombrío y desentrañando el valor de una letra en función de los números que a su alrededor hubiera.

Hoy, quince años después de que anhelando eternidad grabara mi nombre en uno de los pupitres de las Comarcales, alcanzo a comprender que las tablas de multiplicar, la regla de tres, las raíces cuadradas o el Teorema de Pitágoras han quedado obsoletos para el homo sapiens thecnologicus que somos. Y aunque me resulta extraño imaginarme a mis profesores de matracas como vendedores ambulantes de objetos perecederos así me incitan a hacerlo los titulares de prensa (siempre dispuestos a informarnos de forma objetiva e imparcial), y gracias a ello ahora comprendo que en nuestra maravillosa sociedad del siglo XXI dos más dos no siempre son cuatro, o al menos no para todos por igual, y para muestra un botín.

Turno de noche

Muerto, pero mío –reclamó una delicada voz oculta tras una cortina de humo.

Acompañados por el eco de nuestros pasos y el tintineo de las luces fluorescentes recorrimos en silencio los fríos pasillos que conducían hasta el depósito. Allí, reconoció sus ojos verdes, aunque sin brillo, y acarició con dulzura sus pálidas mejillas mientras sonriendo me preguntó si alguna vez había estado en el cielo.

Claro –le respondí de forma irónica maldiciendo mi trabajo- pero apenas lo recuerdo.

Historia de un olvido

Y nada más existió hasta la llegada del alba, una milésima de segundo comprimida en un suspiro, un lamento ahogado en una existencia colmada de miserias.

A la mañana siguiente la vida, demasiado angustiada por el inevitable paso del tiempo, sólo pudo recordarla con unas iníciales vacías en una nota de prensa.

Esa misma noche, mientras el mundo seguía girando como si nada, la memoria insensible abandonó el eco de su voz en los brazos del tenebroso olvido consumiendo para siempre su recuerdo.