... relatos pseudopoéticos escritos desde lo más profundo de mi ser

Don´t worry...

Llueve y el día está gris y frío. A lo lejos creo escuchar el sonido de las olas escapando del mar mientras incesantemente golpean contra el cristal las gotas de lluvia y me entristezco sin querer. La crisis, los desahucios, el paro, las noticias sobre corrupción y engaño llenando cada día los telediarios, los recortes salariales, la pérdida de derechos, el futuro de nuestros hijos desvaneciéndose ante nuestros ojos y mientras tanto… llueve, sólo llueve. En un instante el silbido de la cafetera se cuela entre los truenos y los tormentos que ya llenan mi cabeza y siento como el olor del café recién hecho va inundando la cocina. No sé cómo pero acabo de sonreír, estoy extrañado ¡Hay tantas cosas que nos llenan de felicidad que no entiendo cómo a veces se nos puede olvidar sonreír! Es cierto que las cosas están mal y que todos cargamos con un profundo peso en el pecho que nos agobia y nos empequeñece, pero al sentir el aroma del café… 

El día está gris y llueve, pienso mientras vuelvo al sofá con el sabor del café en los labios y alcanzo el libro que duerme sobre la mesa. Las gentes tienen estrellas que no son las mismas, leo en una página arrugada y desgastada de releerla una y otra vez e inconscientemente vuelvo a sonreír. Acabo de darme cuenta que la felicidad se esconde en la página de un libro, entre los granos del café, en los acordes de aquella canción que tarareas desde hace años, bajo las raíces de la planta que cuelga de tu balcón. Es tan sencillo ser feliz como dice Mario San Miguel. Jugar un partidillo de futbol con tus colegas como si tuvieras quince años, estremecerse junto a tus hijos con el final de una peli infantil, brindar sin tener motivos, la sonrisa que te regala cada día la tendera de tu barrio a la que conoces desde que eras niño, reírte a carcajadas con el mismo chiste que siempre cuenta tu hermano. 

Llueve aunque por momentos parece que el día despeja. Mi mujer me mira asombrada y confundida después de que la haya besado y haya susurrado a su oído que la quiero como el primer día, y me regala una sonrisa mientras me dice que estoy loco. Siempre me hicieron feliz sus besos, su sonrisa, su compañía. Tu tendrás estrellas como nadie las ha tenido me recuerda Antonie y me alegra saber que es cierto, mis estrellas son los abrazos de mi familia tras las campanadas de Nochevieja, bailar a empujones con mis amigos mientras nos desgañitamos gritando los poemas de Robe, ayudar sin más a un desconocido que necesita de mí, compartir hasta el último segundo de cada minuto con los seres queridos que rodean mi vida, manifestarme contra las injusticias y luchar contra la guerra, invitar a una cerveza a un amigo al que hace años que no veo y rememorar entre risas viejos tiempos, perderme de vacaciones en los lugares donde nunca he estado, sentirme vivo al ver la bondad de un niño ayudando a otro a levantarse del suelo… ¡Dios mío, este café es mágico! 

Hace un rato que ha dejado de llover y algunos rayos de sol se han tendido sobre el horizonte para secarse y dibujan sobre él un arco iris precioso. Ahora sonrío al recordar las palabras de mi abuela: al final siempre termina escampado hijo, sus propinas los domingos por la mañana y también sus collejas, y me alegra saber que le debo muchísimo de lo que soy, a ella y a toda la gente que me rodea, pues al final tenemos que quedarnos solamente con eso, con las cosas buenas que nos da la vida y crecer a partir de ellas.