... relatos pseudopoéticos escritos desde lo más profundo de mi ser

Encogimiento

La habitación entera da vueltas sobre mi ombligo y no consigo dormir. Los párpados agotados de soportar la tormenta yacen inertes sobre mis ojos. Inundado de soledad pierdo el conocimiento. Ahora ya no soy yo, y a pesar de no ser más que la sombra etérea de mis recuerdos, te extraño y tu ausencia me condena a la más amarga de las soledades. Todo está oscuro y en calma en mis adentros y siento un profundo y angustioso miedo recorriendo mi piel. Los latidos de mi corazón se desvanecen poco a poco y en mis pulmones se ahoga el insípido aliento empeñado en vivir. No quiero morirme aunque no muero, pero ahora extrañamente la muerte no me parece tan mala compañía.

Quisiera

Quisiera que el tiempo vomitara sobre mi alma los segundos en los que fui feliz y saborear así el eco de tu piel ausente y que no me amargue en la garganta tu recuerdo. Quisiera no ser preso de cuanto soy para imaginarme a tu lado, soñando contigo, durmiendo a tu vera, agarrado a tu mano. Quisiera guardar en las arrugas de mi vejez las caricias de tus dedos y morirme agotado de vivir en tu regazo. Quisiera cubrir mi tez desnuda con la calidez de tus besos y despojarme de mi ser ante tus ojos y  mecerme en tu sonrisa para siempre. Quisiera ser parte de tu alma, de tu esencia, de tus sueños, la huella de tu sombra, el hálito de tu aliento, el tenue suspiro que se escapa de tu recuerdo… Quisiera que me quisieras, quisiera pero no puedo.

Temblar

Temblar, mezclar palabras sin sentido, huir del mundo titubeante sin aguardar a que el destino que nos persigue te de alcance. Detenerse a respirar, esparcir al viento tus miedos y buscar refugio para escapar de ellos. Temblar, pensar que hay gente afortunada que camina por las calles por donde tú te pierdes, escuchar como las gotas de agua golpean la ventana y asomar una mano para comprender que llueve. Temblar, pasar la noche en vela masticando pesadillas, imaginar quimeras en el humo que se escapa del cigarrillo que sostienes con tus dedos. Temblar, cubrirte la cara con las manos y tratar de huir de los recuerdos que te ahogan, sentir como tu mirada se pierde en el horizonte de tu habitación. Temblar y sentirte vivo aún deseando estar muerto. Temblar.

Esencias


Respiro y sin darme cuenta siento como mi mundo se encoje sobre mi pecho y me asfixia. Sin pensarlo trato de escapar del abismo que me condena y resquebrajo con todas mis fuerzas mi piel y mis huesos para que fluya mi alma a través del olvido. Sólo entonces descanso en paz.

Se desvanece mi último aliento mientras me entretengo recordando, antes de que se lo lleve el viento, la esencia de lo que fuimos (los destellos de tus ojos, el calor de tus abrazos, tu sonrisa encantada, el dulce sabor de tus labios) e inconscientemente sonrío al comprender lo feliz que fui, que fuimos, y me entristezco al pensar que esos mismos pensamientos se marchitarán con el paso tiempo puesto que ya nunca más lo seremos.

De pronto el gris ceniza se convierte en negro, el aire se comprime, el trascurrir de los segundos se hace pesado y denso, y la oscuridad, cargada de pesadillas y miedos, se posa levemente sobre mis párpados para arrebatarme de un suspiro mis añorados sueños.